martes, 17 de enero de 2017

En memoria de mi hermana. Carmela


El 12 de enero de 2017, a falta de 7 días para cumplir 80 años, se nos ha ido Carmela, mi hermana, una niña de la Desbandá.

Esta es su historia.

Cuando tenía 20 días las tropas golpistas entraron en Málaga y como tantos miles de familias, la suya cogió el camino de la huida. Iban su madre y su padre, humildes y sencillos veinteañeros, su abuela, el hermano de su madre con su esposa y dos hijos de corta edad. Su padre iba con dificultad a causa de una pierna escayolada. Se había tirado de un puente al río durante un bombardeo de la aviación golpista y se la había fracturado.

Así, con lo poco o nada que se habían llevado de su casa, emprendieron la huida, aterrorizados por las noticias sobre la ferocidad de las tropas sublevadas contra la población civil, "culpable" de vivir en zona republicana. Se encaminaron junto a tantos miles de mujeres y hombres de todas las edades, junto a milicianos que huían del horror de los rebeldes. En ese camino que debía ser de esperanza, encontrarían la muerte miles de ellos, bajo la crueldad de unos bombardeos por tierra, mar y aire de los golpistas, de las tropas alemanas e italianas. Carmela y su familia llegaron así hasta Almayate. 

En ese pueblo vivía Maria, una buena mujer madre de un tío político de Carmela. Al ser testigo del horror provocado por los golpistas y sus aliados, empezó a dar camisas de civil a los milicianos que huían, para salvarles la vida. Cuando no tuvo más, fue a pedirlas a las vecinas, y cuando también se acabó ese recurso, hizo jirones las sábanas para ponerles al brazo una banda blanca. Pero su gesto generoso tuvo un trágico final: algún vecino o vecina la denunció a los golpistas que, unos días después, la fusilaron en la tapia del cementerio de San Rafael en Málaga. Solo había querido evitar una matanza mayor.

Fue en Almayate que el padre de Carmela, Manuel, decidió que ya no podía seguir. Su pierna escayolada ya no aguantaba más la huida y Ángeles, la madre de Carmela, tenía 41 de fiebre. El no poder amamantar a su hija a causa de la huida, del terror de los bombardeos, de tener que esconderse bajo puentes, árboles o cualquier otro refugio improvisado, le había provocado una infección tan grave que posteriormente tuvieron que intervenirla de siete postemas en los pechos. Así, se reunió la familia para decidir qué hacer. El tío de Carmela decidió seguir hasta la zona republicana con su mujer y sus hijos. En efecto, llegaría hasta Almería y posteriormente a Valencia, donde se quedó durante veinte años sin poder comunicarse con su familia para no ponerlos en peligro.

La abuela de Carmela, a pesar de querer de todo corazón seguir el camino hasta la zona republicana, decidió volver a Málaga porque "no podía dejar a la niña sola", refiriéndose a Ángeles. 

Fue entonces cuando un tanque de las tropas fascistas italianas que iba camino de Málaga recogió a Carmela, a su madre, su padre y a su abuela, junto con otra familia. El viaje fue otra experiencia durísima porque temían ser asesinados en cualquier momento. Sin embargo, llegados al Parque de Málaga, los militares italianos, después de provocarlos incitándoles a gritar "UHP", los dejaron irse sin hacerles nada. Quizá se apiadaron de esa mujer tan joven, tan enferma, con una niña tan pequeña entre sus brazos. Quizá esos militares eran de los que habían sido obligados a participar en esa guerra.



Posiblemente a raíz de esa experiencia tan terrible, que su madre se encargó de contarle a ella y a sus hermanos cuando tuvieron edad para comprenderla, Carmela fue siempre de salud muy delicada. Sin embargo, gracias a una gran fuerza de voluntad y a los cuidados de su familia, creció, conoció a su marido, Antonio, que dedicó su vida entera a ella y a sus cinco hijos y tuvo una vida sencilla, humilde, pero llena de amor. Nunca olvidó lo que su madre le contó de esa primera terrible experiencia de su vida, y se encargó de contárselo a sus hijas e hijos para que supieran de donde venían y lo horrible que es la guerra.



José Manuel Fuentes



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